Esa lista de los nuevos productos esenciales es desalentadora pero se reduce a cinco grandes C (en inglés): conectividad (connectivity) comunidad (community), corriente-actual (current), enfriamiento (cooling) y la química (chemistry) que lo impulsa todo. También hay otra C: cambio (change). En paralelo, está madurando una serie de nuevas tecnologías: 5G, Inteligencia Artificial y máquinas autónomas. Eso está sembrando una lluvia de ideas de innovación que nos permitirá brindar lo básico de la vida moderna a más gente a un menor costo para el planeta. Para lograrlo, estamos involucrados en una transformación digital en todo el planeta y repensando cómo trasladamos los productos y las personas. Estamos construyendo nuevos tipos de infraestructura para dar lugar a una mejor vida, que dañe menos y genere las mejores ideas en todas partes para combatir el cambio climático y crear una economía de energía sustentable. En el centro de todo, se encuentra la química. Después de todo, “somos quienes manipulamos las moléculas”, como explica Bob Buck, doctor y experto técnico de The Chemours Company. “En la industria química, tomamos un recuento de todos los átomos que conforman el mundo y pensamos cómo utilizarlos mejor, combinándolos en formas que resulten útiles (no nocivas) para la sociedad”.

Átomos, en el fondo

La química ya ha logrado maravillas. Consideren cómo era la vida hace solo unas generaciones atrás. Según la Oficina de Estadísticas Laborales de los Estados Unidos, el ciudadano estadounidense promedio en los años 1900 asignaba el 43% de sus ingresos a alimentos, el 23% al hogar y el 14% a la vestimenta⁴. En total, eso corresponde a un 80%. Comparémoslo con la actualidad. Gracias a las innovaciones en química, ahora asignamos solo el 10% a alimentos, el 27% al hogar y el 2% a la vestimenta⁴. Esto da un total del 39% de los ingresos. Aunque los números difieren, el patrón se refleja a lo largo del mundo industrializado y eso significa que tenemos mucho más margen para asignar a la tecnología que nos ayuda a desarrollarnos.

Mantener la refrigeración en un mundo que se calienta

Es posible que los nuevos productos esenciales sean accesibles para más y más personas pero no representan un costo que el lado natural de nuestro planeta pueda enfrentar, al menos no como están las cosas ahora. Aun así, los importantes avances técnicos pueden extender los beneficios de la tecnología moderna a más personas sin dañar el mundo en el que vivimos. La refrigeración es un buen ejemplo. En un mundo que se calienta, la refrigeración es un problema principal. Como señala Joe Martinko, presidente de Soluciones Térmicas y Especializadas de The Chemours Company: “¿Qué pasaría si contáramos con refrigeración que se basara exclusivamente en la energía solar para mantener los alimentos refrigerados durante viajes de más de 1000 millas?” Como están las cosas ahora, una gran parte de alimentos se echan a perder en el viaje al mercado pero la refrigeración solar podría erradicar ese desperdicio y mejorar la seguridad de los alimentos, incluso en lugares sin infraestructura energética.

La cadena de frío es solo parte del problema. La demanda de aire acondicionado explotará a medida que las temperaturas y los ingresos se incrementen en los países en vías de desarrollo. Rocky Mountain Institute proyecta que la cantidad de aires acondicionados de sala instalados se disparará de 1200 millones a 4500 millones en el año 2050 y que las emisiones provenientes de la refrigeración se incrementarán el 90% durante el mismo período⁵. Por supuesto, eso pasará si las cosas continúan sin cambiar. Pero cambiarán. De hecho, las cosas ya están cambiando. Una nueva clase de refrigerantes denominados hidrofluoroolefinas (HFO), como los refrigerantes de bajo potencial de calentamiento global (global warming potential, GWP por sus siglas en inglés) Opteon™, tienen un impacto drásticamente menor sobre el calentamiento global que las tecnologías anteriores.

La base del cambio

Los combustibles pesados (Heavy Fuel Oil, HFO por sus siglas en inglés) como los refrigerantes con bajo potencial de calentamiento global (Global Warming Potential, GWP) Opteon™ ya están marcando una diferencia, pero hasta la electricidad que se requiere para alimentar todos esos nuevos aires acondicionados provenga de fuentes renovables sin carbono, las emisiones continuarán incrementándose vertiginosamente. “Es importante de dónde proviene la electricidad”, dice Karen Goldberg, profesora Vagelos de investigación energética de la Universidad de Pensilvania. “Los Estados Unidos ya han realizado avances importantes al pasar del carbón al gas natural gas en muchas plantas de energía y esto ha generado una importante disminución en las emisiones de CO₂”. Mientras efectuamos progresos en la reducción de las emisiones de carbono, “todavía es necesario trabajar para reducir nuestro uso del petróleo y del gas natural”. Según la Agencia Internacional de la Energía, en el año 2040 el 40 % de la generación de energía provendrá de la electricidad renovable, un incremento importante del 25 % que aporta hoy⁶ .

Eso es bueno, pero las cosas deberían darse más rápidamente si vamos a continuar mejorando la calidad de la vida en todo el mundo. Bob Buck cree que la “energía y la disponibilidad de energía es lo que transformará nuestro planeta brindando a las personas algo que mejore sus vidas. Ayudará a reducir gradualmente la pobreza en nuestro planeta. Si la gente tiene energía, sus vidas se transforman”.

Nuestro mundo también se transforma. Las flotillas de autobuses eléctricos son solo un pequeño ejemplo. Los problemas y sus soluciones son más complejos que esto y en esta serie analizaremos cómo se brindarán los nuevos productos esenciales incluso a medida que se incremente nuestro compromiso frente a acciones responsables. Veremos cómo las distintas perspectivas nos ayudan a construir la nueva infraestructura que necesitará un mundo reinventado y exploraremos cómo crear una economía de energía sustentable y combatir el cambio climático. Estos cambios dependen de una transformación digital total del mundo, pero como dice Bob Buck, “no es posible tener una economía digital sin átomos”; es decir, sin química. En la entrega del próximo mes veremos por qué.